Friday 23 April 2010

El desafio de reconstruir Chile

Por: Alejandro Rodríguez Musso

La reconstrucción de Chile es un desafío que abarca múltiples dimensiones, después de un terremoto y maremoto como el que asoló la zona centro-sur del país el pasado 27 de febrero de 2010.
Las imágenes de la zona afectada nos muestran un fuerte impacto en el tejido urbano, con viviendas, comercio y sistemas productivos completamente destruidos, con deterioros irreversibles o de gran magnitud, especialmente en las zonas que fueron arrasadas por el tsunami.
En este escenario, resulta importante preguntarse acerca del modo de reconstruir, en un contexto en el que las aspiraciones se han colocado en un horizonte de construir mejor. La pregunta que surge de inmediato es ¿qué entenderemos por ese plus que implica la idea de «construir algo mejor»? ¿Cuál es el alcance de esta expresión?
A mi juicio esta pregunta hace necesario responder a la tensión entre tradición y modernidad. La tradición se relaciona con la recuperación de un acervo arraigado en el ser profundo, es decir nuestro patrimonio cultural; y modernidad con la necesidad de construir mejores viviendas, mejores poblados y ciudades, utilizando también nuevas tecnologías y procesos.
La ansiedad natural por retomar una cierta normalidad está implicando la demolición de las construcciones afectadas, muchas de las cuales, tanto en su materialidad como en su diseño, son expresión de una forma de vida, es decir de una cultura particular, propia del territorio y que da cuenta de las relaciones sociales y productivas en lo urbano y de las relaciones familiares en el diseño de las viviendas. Expresión de las formas de ver el mundo de cada familia, de cada individuo.
El peligro de la estandarización
Puedo imaginar, con cierto grado de angustia, la uniformidad que podrá aparecer en el uso de soluciones habitacionales construidas masivamente, agrupadas en poblaciones, ordenadas y estandarizadas, que no den cuenta de la individualidad ni de las necesidades propias de cada familia o de cada territorio con su matriz productiva y de servicios.
En este contexto será de gran relevancia la recuperación de las tradiciones culturales que fueron construyendo el paisaje de pueblos y ciudades de las regiones afectadas. El diseño tendría que responder sistémicamente al desafío de la reconstrucción, considerando la participación y la opinión de las comunidades y no sólo el conocimiento de los expertos en una determinada materia.
La arquitectura se constituyó en la característica principal, especialmente en pequeñas comunidades y pueblos rurales, de una estructura productiva y familiar, ligada a la agricultura y al comercio tradicional, que organizó los territorios de un modo funcional a las necesidades de la producción y la distribución. Esta arquitectura y la tradicional estructura urbana organizada en torno a la plaza, o bien a lo largo de una calle principal, constituyeron la imagen de cada poblado, de cada pequeña ciudad. Tal vez sea esta la mayor pérdida ocasionada por el terremoto, ya que ella afectará la identidad local y esta pérdida impactará fuertemente en una de las industrias de mayor crecimiento económico del país: el turismo, y particularmente, en el turismo cultural y de intereses especiales, ámbito en el que el país ha hecho esfuerzos importantes de desarrollo.


Por una salida innovadora y multidisciplinaria
La recomposición del tejido productivo demandará también un esfuerzo importante en recursos financieros y humanos. La pregunta por la generación de un mejor sistema productivo abre una importante oportunidad para que se pueda diseñar e integrar nuevas maneras de hacer las cosas. Es precisamente en el ámbito del trabajo y del sistema productivo donde se puede pensar en la innovación y en el desarrollo moderno, en la integración de nuevas tecnologías y en el impulso a la educación para lograr competencias, desarrollar habilidades e integrar conocimientos que permitan un mayor bienestar para las personas.
Para que esto se pueda ejecutar con cierto grado de rapidez, una vez superada la emergencia, es necesario constituir equipos multidisciplinarios capaces de articular tanto las miradas técnicas, como las miradas sociales; lo cuantitativo y lo cualitativo; los factores económicos y los factores culturales; en síntesis, un esfuerzo por integrar la tradición, mediante el rescate de las formas de vida y los patrones culturales, con la modernidad, la innovación en los modelos de negocio, la integración de las tecnologías de la información y la gestión de los recursos.
Dichos equipos deberían ser capaces de generar proyectos desde una perspectiva sistémica, atendiendo por una parte a las demandas de las comunidades territoriales, a su cultura y por lo mismo a sus medios y sistemas productivos, y a la vez ser capaces de innovar, educando e incentivando la participación comunitaria con el propósito de integrar a los ciudadanos en la búsqueda conjunta de un desarrollo sustentable y pertinente y consistente con las opciones estratégicas que el país ha sido capaz de identificar.
En síntesis, hará falta un gran esfuerzo creativo e integrador que abarque procesos de planificación y diseño estratégico que permita, comunidad a comunidad, imaginar su futuro desde una metodología participativa de co-diseño, que recoja, respete y de cuenta de las tradiciones de la cultura local y al mismo tiempo, de la modernidad y de los nuevos desafíos y oportunidades que el país puede implementar de cara a la globalización de la economía, para lograr una reconstrucción capaz de reproducir el alma de un Chile que se desarrolla a partir de su historia y de su patrimonio cultural tangible e intangible, pero que a la vez, es capaz de integrar con acierto la innovación y el desarrollo, armonizando la tradición con la modernidad.

http://foroalfa.org/es/articulo/236/El_desafio_de_reconstruir_Chile

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